Have a question?
Message sent Close

Por: Leonardo Moreno, Director Ejecutivo de Fundación Superación de la Pobreza.

La erosión de las instituciones en Chile es enorme, el entramado social se ha vuelto más frágil y el concepto de comunidad se ha resquebrajado.

Desde hace tiempo las encuestas nos muestran que los chilenos sentimos una profunda desconfianza hacia las instituciones públicas del país. Pero el último estudio realizado por la Universidad Diego Portales y Feedback nos muestra una juventud chilena que ya no confía en nadie: ni en las instituciones, ni en las fuerzas de orden, ni en los medios de comunicación, ni en la justicia, ni en los políticos, ni en los empresarios. 

Sin lugar a dudas, los reiterativos casos de colusión que han salido a la luz, las malas prácticas empresariales, las irregularidades en el financiamiento de la política, la incertidumbre ante las reformas y las dudas frente a la realidad económica y social del país, han calado hondo entre la población; pero principalmente entre los más jóvenes, a quienes la frustración de sus expectativas se les presenta a diario: cuando quieren acceder a una educación de calidad sin endeudarse, cada vez que salen al mercado laboral en busca de unas condiciones de trabajo dignas y en consonancia con sus aspiraciones, o toda vez que buscan formas de participación social y política.

La erosión de las instituciones en Chile es enorme, el entramado social se ha vuelto más frágil y el concepto de comunidad se ha resquebrajado. Vivimos en un país fragmentado, donde las personas depositan ya pocas esperanzas en el desarrollo de un proyecto común. Y en estos tiempos de mayor incertidumbre y desconfianza, son precisamente los jóvenes los llamados a cambiar aquello.  Porque son ellos quienes tienen la capacidad de comenzar a construir un país en el que todos tengan cabida; un Chile sin pobreza, integrado, diverso y ciudadano.

La confianza está íntimamente relacionada con la cohesión social, y ambos son pilares fundamentales de una sociedad democrática. Nuestro desafío más grande hoy está, por tanto, en el poder volver a reconocernos en un nosotros común. Y en esta importante tarea, nuestros jóvenes cumplen un papel fundamental. Es hora de escuchar lo que tienen que decirnos.

Publicada originalmente en Voces de La Tercera